domingo, 12 de agosto de 2012

I giorni del abbandono


María: ya sé que hablamos en su momento de esta peli. También sabes que me produce una tremenda satisfacción descubrirte -precisamente en tu reinado- algún título que valga la pena, aunque creo que no deberías leer el resto de esta entrada hasta que la hayas visto. Te daría demasiadas pistas.

Te la pasaré, en italiano y con subtítulos en español (que no se pueden quitar). Sé que te gustará.

Ver la final por equipos de natación sincronizada de los juegos olímpicos, continuar con uno de los libros en los que estoy inmersa y ver una película.

Obviando el millón de cosas -más urgentes, pero mucho menos apetecibles- que tengo pendientes, a esto he dedicado mi tiempo de soledad de esta tarde y esta noche de viernes, que me dispongo a terminar escribiendo; sentada plácidamente y mirando las estrellas con la oscuridad como fondo, mientras escucho el murmullo lejano  y continuado de la autovía, el ladrido ocasional de los perros y a mis propios pensamientos.

Tengo grabados un montón de programas de la RAI, de la época en que eran emisiones sólo de radio. Son largas entrevistas, algunas de los cuales han quedado muy desfasadas, porque fueron emitidas hace varios años y las noticias de las que hablan pertenecen a la Prehistoria.

Pero como me sirven para practicar el "ascolto", algunas veces las escuchaba en el trayecto hacia la escuela de idomas por aquello de ir preparando la oreja. Y, en una de estas, descubrí la película Los días del abandono.

Me enteré de que había sido presentada en el Festival de Cine de Venecia, en 2005; supe de qué trataba, me interesó, y comencé a buscarla. Encontrarla, como todas las que no son americanas o se salen un poco de la norma, no fue fácil. Y, una vez en mi poder, decidí esperar el momento oportuno, dado que no podía obligar al resto de la familia a ver una película subtitulada.

Finalmente hoy, tumbada en el sofá, me he dispuesto para disfrutarla.

El argumento nos cuenta una vida normal, corriente y "segura" que se va al traste por un abandono sin explicaciones.

Y, sobre el fondo de esa narración, nos habla de la necesidad de conocer para intentar entender; de la tendencia a sentirnos culpables cuando nos han hecho la faena; de la búsqueda de responsables, cuando la única responsabilidad la tienen el transcurrir del tiempo y de la vida, traidores de nuestras viejas esperanzas  a la vez que incitadores de otras nuevas.

Nos cuenta además de relaciones que, con el amor como excusa, nos impiden crecer; de la tentación de hacer depender de los demás nuestra estabilidad. De la posiblidad de conocernos cuando nuestros referentes se van al garete.

Habla de todo esto; pero también de que acaso sólo obligados por las circunstancias podemos ser capaces de comprendernos, de aceptarnos y de vivir.

P.S.: María, esta película no es tan dura como otras que hemos visto. Al final, como en la caja de Pandora, queda un lugar para la esperanza.

Si te apetece leer algo bastante más "hard", te recomiendo el libro que me regalaste en la última Feria de Madrid y que, por cierto, todavía espera una dedicatoria.

3 comentarios:

  1. No se si podré aguantar la espera, para ver la peli y para leer entera tu entrada...

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  2. Una de las pocas cosas que me alegran de la vuelta de las vacaciones son los reencuentros y aquí incluyo nuestras sesiones, charlas de cine.
    Me ha gustado la peli y me ha gustado mucho escucharla en italiano, hacia tanto tiempo...
    Cuando nos invade la desesperanza del abandono perdemos totalmente el control de nuestros actos, podemos resultar patéticos aunque siempre humanos. Es curioso, en algún momento hasta me he cabreado con la protagonista, pero a veces resulta tan ingenua que me produce ternura.
    Por cierto, he descubierto que el vecino esta interpretado por un músico serbio que me encanta, (otro reencuentro) GORAN BREGOVIC. Le vimos actuar en Rivas en las pistas de atletismo cuando eran otros tiempos para la cultura. Vuelvo a escucharlo.
    ¡Gracias Pilar!

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    1. Una de las cosas que más me gusta es que la información que te envío nunca se queda estancada, sino que fluye, de vuelta, comentada y ampliada.
      Yo no me acordaba de quién interpretaba al músico, y mucho menos de que lo hubiésemos visto en directo cuando corrían mucho mejores tiempos para la cultura.
      Una cultura que siempre podremos recrear en nuestras charlas de café. Esto no podrán quitárnoslo; por suerte, no depende de "ellos".
      Besos,
      Pilar

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