martes, 28 de octubre de 2014

Currículum del ocio. “World Press Photo”

A propuesta de Jorge visitamos hace unos días la exposición World Press Photo.
El concurso del mismo nombre entrega tres premios individuales en cada una de los apartados, galardones a los mejores reportajes, y elige la fotografía del año. Después, las imágenes inician un periplo por el ancho mundo, y en su paso por el Círculo de Bellas Artes las encontramos.
Es un certamen sobre imágenes de prensa, por lo que las categorías coinciden más o menos con las diferentes secciones de los periódicos. Entre las que vimos, muchas explicaban vidas, lugares y costumbres alejadas de nosotros; demasiadas contaban desastres de todo tipo, más artificiales que naturales, ocurridos en un lugar pero trasladables; también estaban representadas la hermosura de la naturaleza y la belleza del esfuerzo en algunos deportes.
Siendo, como soy, una nefasta fotógrafa, y dejando de lado cuestiones técnicas de las que no tengo ni idea, según las sensaciones que me provocan me atreveré a clasificar las fotografías en tres grupos diferentes.
Y a comentar algunas de ellas con su ausencia, porque no tengo muy claro el tema de los derechos de reproducción, y no me gustaría que también Google me echase de sus dominios, lo que implicaría que tendría que dejar de publicar estas cositas que de vez en cuando se me ocurren.
Así, el primer grupo está constituido por las imágenes en las que me seducen la composición o los colores, por motivos que nunca puedo definir del todo; tal vez sean la oportunidad, el equilibrio o el desequilibrio, la armonía o el contraste, la luz o su ausencia, la bruma o la oscuridad.
No lo sé.
A esta categoría pertenece la ganadora absoluta este año del concurso.
Ocho hombres, en tres planos distintos de lejanía elevan sus teléfonos tanto como la longitud de sus brazos se lo permite; ocho sombras negras, verticales en contraste con la horizontalidad de la playa y el cielo. Y una luz azulada con los únicos contrapuntos del blanco difuso de la luna llena y la nítida blancura de las pantallas de los móviles.
También en este grupo incluyo la perfecta simetría de un nadador.
Sus pies, sus manos, sus piernas, sus brazos, sus dedos, sus músculos, la raya del fondo de la piscina, y los juegos de la luz con las formas del agua en movimiento, todo es divisible por dos. Todo me lleva a pensar en la técnica y el tiempo escondidos tras semejante dominio del cuerpo.
Un cielo gris que amenaza lluvia en contraste con un mar en calma perfecta, la línea de costa en la lejanía, un pájaro que se aleja, la enorme cola de una ballena en primer plano, y las dos cuerdas tensas que la sujetan mientras es izada a un barco, son el contenido de otra bellísima fotografía, en la que la aleta partida del animal me habló de su lucha invertida en perder una guerra.
El segundo grupo de mi clasificación personal lo forman las imágenes que sólo comprendo del todo cuando leo el texto que las acompaña. Digamos que a primera vista no me entero.
Como aquella en la que, sobre un aséptico fondo blanco aparecen dos prendas, sucias, habituales, y perfectamente colocadas, como si calentaran y cubrieran un cuerpo, pero sin cuerpo. Sudadera roja y pantalones vaqueros.
La interpreté de manera diferente cuando leí que muchas veces es la única forma posible de identificación de las víctimas de muerte violenta, habituales en determinadas zonas del planeta.
Tampoco comprendí inicialmente el horror escondido en el abrazo de dos hombres, uno con cara tapada que resultó ser un verdugo. El otro, con rostro descubierto y una expresión mezcla de abatimiento y espanto, es el condenado.
O de aquella otra, en la que la distancia de la cámara hace pequeñitas a las figuras, separadas en dos grupos, tres en el suelo semejantes a muñecos,  dos colgando cual crisálidas.
En la esquina inferior izquierda, la policía ha llegado a la escena de un ajuste de cuentas saldado con cinco cadáveres. Y observa.
Y la última que comentaré de este grupo. Un abrazo tierno, y joven porque la pareja es joven, entre la devastación de un hundimiento, unos ojos cerrados con delicadeza, un brazo posado con suavidad en el pecho y la cabeza del otro.
Una dulce escena, hasta que me enteré de que el derrumbe de la fábrica en la que trabajaban se los había llevado unidos hacia la eternidad.
En mi tercer grupo incluyo las fotografías que me sugieren palabras, normalmente una sola palabra. No me ocurre muchas veces y es una reacción instintiva que no pasa por la razón.
Dos imágenes me hicieron pensar en la pequeñez.
Las dos con extensos paisajes, deshabitados y nevados, en una la nieve se expresa en grises del blanco y negro y en la otra en los diversos tonos del azul cielo. En aquella, dos lobos solitarios se alejan; en esta, cuatro trineos se acercan y se dibuja sobre el terreno la sombra borrosa de un helicóptero.
En ambas, la pequeñez de los seres vivos contrastada con la inmensidad de la naturaleza. Y la idea de un camino que nadie recorrerá después.
Una habitación sin adornos, dos cajas alineadas colmadas de juguetes sin orden ni concierto, y una estantería situada a una altura no apta para tamaños infantiles, con libros colocados en horizontal unos sobre otros, son parte de otra de las imágenes que pudimos contemplar. En primer plano, una niña sentada en el rincón.
Con los pies cruzados, la cabeza gacha, la mirada oculta, las yemas de sus manos unidas en un triángulo como única diversión, su soledad es el elemento más destacado del mobiliario.
Después del recorrido por la exposición, un café en la terraza del Círculo puso fin a nuestra tarde compartida.
Para no perder la costumbre, obviamos el ascensor; pero a diferencia de otras veces, fue una escalera imperial, con estatuas clásicas y espejos en los descansillos, la que nos condujo hacia alturas desde las que contemplamos el cielo y los tejados de Madrid.
También los árboles del Jardín Botánico y del Retiro, cuyas copas empezaban a mudarse de otoño.
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PS.: Ya sé que es muy complicado imaginar las fotografías a través de una descripción. La buena noticia es que están todas (y más) en Internet:
http://www.furiamag.com/todas-las-fotos-ganadoras-del-world-press-photo-2014/