martes, 26 de febrero de 2013

¿Princesa o cenicienta?




 “Un día se encuentran el amor y la amistad, y el amor le pregunta a la amistad:
-       ¿Por qué existes tú?
-       La amistad le responde:
-       para curar las heridas que tú dejaste”.

     He encontrado el texto anterior en Internet y, lamentablemente, desconozco el autor.

También he tropezado, esta vez en el Facebook de María, con la siguiente valoración exhortativa.

“Eres una princesa y las princesas no lloran por nada. Así que cuando tu corazón esté triste, no lo demuestres, sigue adelante; cuando sientas que te caíste no te quedes allí, levántate y sigue, quiérete, valórate, ámate, que tú vales oro, así que cuando te digan "no eres lo que necesito", responde: “¡no, porque soy más de lo que tú buscabas!”

Su texto terminaba con la sugerencia de que la lectora lo reenviara a diez princesas, incluyendo la remitente.

Porque nunca envío correos masivos, porque me parece que sin esa coletilla el mensaje es más contundente, y porque no creo en la solidaridad basada sólo en la igualdad de sexo, no lo reenviaré.

En su lugar, dedicaré esta entrada a todas las damas que se sienten Cenicienta antes del baile.

Las que se sienten princesas no lo necesitan.

martes, 12 de febrero de 2013

Análisis (subjetivo) de Valentina




Como comentaba en la entrada anterior de este cuaderno, la función de la tarea que nos habían encomendado era inventar el perfil de un personaje. Como también decía, puse empeño en “inventarlo” y me costó muchísimo trabajo. Pero todos los que se han significado sobre del tema coinciden en que “Valentina soy yo con 99 años”.

Evidentemente, no conseguí el objetivo propuesto y, si de un examen se hubiera tratado, creo que lo hubiera suspendido.

Existe un tipo de carácter, que de vez en cuando aparece en las películas y los libros, que personalmente me produce muchísima ternura. Se trata siempre de perdedores (en un muy amplio sentido de la palabra) que, a pesar de sus fracasos, no vierten en los demás sus frustraciones. Tampoco son intolerantes como consecuencia; más bien al contrario, miran las situaciones ajenas con una especie de condescendencia, como si supieran que la meta final es la misma para todos.

Cuando me encuentro con este tipo de gente (la última vez se me apareció en el papel de un viejo alcohólico en la película Agua para elefantes) siempre tocan mi fibra sensible a través de un profundo sentimiento de ternura.

Este era el modelo que habitaba mi mente mientras intentaba dar forma a mi personaje, que al principio era un hombre, pero acabó por convertirse en mujer.

Tras los comentarios que me han llegado sobre Valentina, he vuelto a leer la descripción que sobre ella hice. Y he llegado a la conclusión de que, efectivamente, más allá de algunos gustos y disgustos personales diferentes, tiene rasgos que se me asemejan.

Y, sí, me produce ternura; así que bajo este punto de vista conseguí lo que buscaba. Pero, para variar, la cuestión me ha conducido a caminos inesperados.

Es seguro que los discursos de las razones ajenas son diferentes a los míos, y también sus conclusiones; más la pregunta que me hago es: si mi creación me provoca ternura y a la vez es tan similar a mí, ¿hasta qué punto se puede establecer una relación transitiva y deducir que yo, a mi vez, provoco ese sentimiento?

Es una posibilidad que jamás se me hubiera ocurrido porque creo situarme en las antípodas, así que expuse mi razonamiento. La respuesta me sorprendió.

Y mi mente evocó la imagen de una minina.

jueves, 7 de febrero de 2013

Valentina



La segunda tarea del taller literario consistía en inventar el perfil de un personaje, contestando a una serie de treinta y una preguntas que nos proponían.
Me costó muchísimo trabajo hacerlo, porque debía ser coherente, e intenté que fuera ficticio. No sé si lo he conseguido. En todo caso, espero un poco de condescendencia por vuestra parte.
En el enlace “Más información” podréis leer el resultado del experimento.
Guillermo me ha dicho que Valentina soy yo con noventa y nueve años.
Le he contestado que yo no llegaré a esa edad.