miércoles, 8 de marzo de 2017

Mujer

Aunque mi blog no tiene nada que ver con el de mi hermana ni con los que ella sigue o los de aquellos por los que es seguida, me propuso participar en el Reto Mensual bloguer@s, organizado por ella en esta ocasión. Toda chula le dije que sí, sin pensármelo dos veces, sin saber qué iba a escribir y sin tener en cuenta que las musas deben de estar un poco mosqueadas conmigo.

Como era previsible, ayer aún andaba yo sin contenido, sin enfoque y sin ideas, pero en lugar de dedicarme a pensar sobre  lo que debía, pasé hora y media de la noche en una agradable charla con Guillermo sobre los problemas del mundo charla que, tras el reposo del sueño y la vorágine matutina de los papeles, es la que por fin me ha sugerido las ideas imprescindibles sobre el qué y el cómo de esta mi participación en este el reto de la Fofi, que podréis encontrar tras el cuadro maravilloso, pertinente y significativo de Frida Kalho (por cierto, titulado Diego y yo).



El Telediario informó desde el lugar de los hechos de una mujer asesinada por su pareja, de la localidad, de su edad, de su nacionalidad y del teléfono de atención a las víctimas que no deja huella en el recibo.

Ella pensó una más, se quitó el delantal y llevó a los niños al colegio.

En algún sitio publicaron que en un partido de fútbol, de alevines, algunos padres de alevines chillaron a una chica, catorce años, que  no valía para árbitro pero sí para trabajar en una casa de citas.

Pensó en sus hijas y pegó una patada al suelo.

Medios que citaban otros medios informaron de que una canal de televisión marroquí enseñaba a las mujeres la forma de maquillarse para disimular moratones en el Día Internacional contra la Violencia Machista.

Se miró en el espejo y se dijo que ese día no tenía que salir.

Las redes sociales echaron humo durante algunas horas con la noticia de que el Instituto de la Mujer había pedido la retirada, por sexista, de un cartel con más de 20  años anunciando una empresa de reprografía y, más o menos por el mismo día, Istagram ardía porque celebrities de cuerpos perfectos reivindicaban la igualdad de los sexos mostrando sus cuerpos desnudos.

Se miró al espejo y se vistió y desvistió mil veces sin controlar el tiempo mientras decidía cómo encajar sus kilos sus arrugas y su cansancio en algo que le permitiera lucir perfecta en la cena a la que debía acompañarle.

Twitter, Facebook y compañía publicitaron hasta la saciedad la campaña de Zara «Love your curves» ilustrada con modelos femeninas sin curves.

Recordó esa tarde, de compras con su cuñada, y la falda que no se compró porque podría parecer demasiado ajustada.

El Telediario informó desde el lugar de los hechos de una mujer asesinada por su pareja, de la localidad, de su edad, de su nacionalidad y del teléfono de atención a las víctimas que no deja huella en el recibo.

Ella pensó madre mía cuánto va a durar esto y siguió limpiando la cocina.

En las noticias leyó de rebote sobre techos de cristal y dificultades de mujeres poderosas para conseguir ascender a lo más alto de los consejos de administración.

Pasó la mañana angustiada, saltando entre supermercados hasta encontrar los únicos filetes con los que podría evitar su ira o su silencio.

En el centro de salud pusieron a disposición de los sufridos usuarios folletos ilustrados sobre las causas, las consecuencias, y las actuaciones contra el maltrato.

Ese día se maquilló sin mirarse al espejo.

Muchos vídeos en YouTube difundieron la alocución de la actriz Enma Watson como embajadora de buena voluntad de ONU Mujeres en Nueva York.

No pudo estar más de acuerdo, y por un momento soñó con recomendárselo a la mañana siguiente, cuando la llevara como cada día desde la puerta de casa a su trabajo.

Todos los medios de tierra mar y aire siguieron con empeño la campaña electoral de Estados Unidos, con la posibilidad cierta hasta el último momento de que una mujer pudiera convertirse por primera vez en la persona más poderosa del planeta, y, a medida que se acercaba a su fin, las cada vez más machistas declaraciones del contrincante.

Pensó nada cambiará nunca y sintió ganas de comentarlo, ¿llamo a mi amiga? no, que está a punto de volver.

En algún diario apareció una foto de dos mujeres enterradas en burkas caminando por las calles de una ciudad de Afganistán.

Hizo un simulacro ante el espejo y pensó que aquel ataúd podía tener ciertas ventajas.

El Telediario informó desde el lugar de los hechos de una mujer asesinada por su pareja, de la localidad, de su edad, de su nacionalidad y del teléfono de atención a las víctimas que no deja huella en el recibo.

Ella no pensó nada ni vio la noticia en la televisión.