martes, 17 de noviembre de 2015

Olvido y recuerdo

Desde el sábado, en tres días, he escuchado en la radio más música en francés que en toda mi vida anterior. Y hace muchos años que soy oyente habitual, aunque selectiva, de este medio de comunicación.

Desconozco por completo la lengua francesa, pero aunque no pueda entenderla me gustan sus sonidos y sus canciones, motivo por el que me produce tristeza que únicamente tras una masacre los recuerden aquellos que programan contenidos en nombre de nuestros gustos, de sus intereses, y de una globalización que sólo incluye el inglés.

Lamentable. Aunque nada signifique comparado con el horror de saber que 129 personas, con sus importantes pequeñas vidas a cuestas, salieron a trabajar o a disfrutar de una velada de viernes en lo que ellos creían fuese un viernes como tantos anteriores o posteriores, desconocedores de que el destino se les cruzaría en una sala de conciertos, en un restaurante, paseando la calle.

Para mí, 129 desconocidos, una noticia en los diarios, la suerte de que no nos tocó y la constatación del sinsentido. Para muchos, 129 personas conocidas y queridas con las que seguir compartiendo vidas, 129 esperanzas de reencuentro y al final, de madrugada, 129 cadáveres sumados uno a uno.

Por desgracia no son los únicos.

Hay muchos más que pasan de puntillas por los periódicos y por nuestras consciencias, sin número exacto con el que ser recordados.

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