jueves, 16 de julio de 2015

Desde Santiago con amor

Esta tarde hemos llegado a Santiago de Compostela, ciudad de conocimiento obligatorio, y ciudad a la que siempre vale la pena volver si la fortuna y las circunstancias se ponen de nuestra parte.

Pero hoy mi comentario irá por otros derroteros.

El hotel de Ribadeo tenía una salita, coqueta y recoleta, con vistas a la ría del Eo, cómodos sofás y revistas de todo tipo, muchas de cotilleo.

Allí empecé a hojear Semana y me enteré, con pocas hojas de diferencia, de que Vargas Llosa e Isabel Preysler habían disfrutado en amor y compañía de un fin de semana en Lisboa, y de que los hijos de él intentaban arropar a su madre tras la separación.

El conocimiento simultáneo de ambas noticias y concienzudos análisis posteriores me han conducido a formular el principio fundamental de conservación de la felicidad y la infelicidad: al igual que la energía, no se crean ni se destruyen; sólo cambian de sujeto.

No me agradezcáis el descubrimiento.

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