lunes, 21 de enero de 2013

Breve inventario

Estoy participando en un corto taller literario. Lo llevamos a cabo a través de Internet, así que está abierto a cualquiera que tenga ganas, independientemente de su lugar de residencia.
En el primer ejercicio debíamos contestar a tres cuestiones:

1.- Me gusta / no me gusta. Se trataba de enumerar, teniendo en cuenta los cinco sentidos, todas aquellas cosas que nos resultan agradables y desagradables. Debíamos plasmarlas tal y como nos fueran surgiendo.

2.- Me acuerdo. Aquí teníamos que resumir, en un máximo de 10 líneas cada uno, un mínimo de tres recuerdos personales de cualquier momento de nuestras vidas. Debían ser, eso sí, los primeros recuerdos que acudieran a nuestra mente. No hice trampas.

3.- Nunca he hecho. En este debíamos enumerar cosas más o menos habituales, pero que nosotros nunca habíamos realizado.
Es un ejercicio interesante que podéis hacer en público o en privado. Os lo recomiendo porque, a través de él, he comprobado que hay muchísimas cosas que me gustan.
Podréis leer mi lista (incompleta) si pincháis en el  enlace “Más información”.
Por supuesto, está abierta y podéis seguir añadiendo elementos.
Si os apetece.


Me gusta:
El color rojo y los colores del otoño, el paisaje inmaculadamente blanco de la nieve, el azul del cielo después de la lluvia y los diferentes verdes de la primavera.
Serrat y Sabina, la mayoría de sus mentiras y alguna más personal. El Ave verum de Mozart y la Novena sinfonía de Beethoven, la música coral y la habaneras, los conciertos en directo, el timbre del violonchelo, Alfredo Kraus y María Callas.
El chocolate y el café, la cerveza y tomar el aperitivo en mi pueblo, los platos bien presentados y pasar horas en la cocina las raras veces en las que me apetece esmerarme. Me gusta la diversidad de colores de frutas variadas cuando están juntas.
El olor de la tierra después de la lluvia en verano y pasear por el campo, el cielo estrellado y las noches de luna llena, el silencio de mi casa y descubrir sentimientos bellamente expresados.
Los días eternos de junio, ver llover desde la ventana y la espectacularidad de las tormentas contempladas desde un lugar seguro, Susana Tamaro, las tragedias de Shakespeare y los cuentos de Roald Dhal.
Leer, escuchar música, el cine y el teatro, viajar, París y Florencia, Madrid y Barcelona. El tenis, el ciclismo y la natación, como espectadora. Me gustan las vistas panorámicas y que la gente mayor me cuente su juventud.
Me gustan los tulipanes, las buganvillas, el olor del espliego, el sonido del agua cuando corre y andar descalza. Los trenes y los barcos de vela, las matemáticas y la lengua. Me gusta conversar al amor de la lumbre.
Los abrazos y los besos sentidos, la piel y las manos de los bebés. Los ojos expresivos y los apretones fuertes de manos. Mis amigas, y compartir con ellas cualquier actividad. Me gusta cuando hablando con alguien de cosas importantes descubro que no somos tan diferentes.
Internet, escribir y el trabajo bien hecho. Me gusta cuando hago cosas en las que me siento implicada, las largas sobremesas y las charlas de café. Me gusta cuando la gente me sorprende.
Los documentales científicos, los osos (especialmente los pandas) y los mapaches, encontrar respuestas y hacerme preguntas. El idioma italiano, los mapas antiguos, las palabras y los globos terráqueos. Me gustan los puzles, los legos y los playmobil, los sudokus y los crucigramas. Me gusta cuando alguien o algo me hacen pensar.
Casablanca y Vencedores o vencidos, Humphrey Bogart, David Niven y Peter O’Toole. Hitchcock, las películas en blanco y negro y las de misterio, las montañas, los libros de fotografías y estar sola en mi casa.
Escuchar a la gente, ayudar a mis hijos y verlos crecer; recordar mi infancia y reinterpretarla. Los libros vetustos, el gregoriano, y reencontrarme con las mismas personas todos los veranos; dormir, la siesta, los viernes por la tarde y leer El País los domingos. Los impresionistas, las pinturas negras de Goya y El grito. Me gusta aprender, y soñar despierta sabiendo que estoy soñando...
Me gusta que me quieran.

No me gusta:
Madrugar y mi trabajo, las labores de la casa, los programas de cotilleo y los documentales de animales.
Los espacios cerrados con mucha gente, las arañas, las cucarachas y los insectos, las películas de dibujos animados y las que se recrean en la violencia. No me gusta Tarantino.
El color marrón y el azul del cielo contaminado, las preguntas retóricas y la gente que no se sale del guión. Los pesados, ni aquellos que nunca cometen errores.
El olor de la matanza ni el viento,  el queso ni la música rap, que me toqueteen en el brazo cuando están hablando conmigo ni que me agarren de él cuando paseo.
Los muros de silencio y la verborrea de la gente que no tiene nada que decir, la endogamia y la acumulación de poder. El mal rollito de sentirme alguien por comparación o, peor todavía, no sentirme.
El dolor inútil, los accidentes estúpidos, la timidez y la inseguridad en mí misma. No me gusta cuestionarme absolutamente todo, ni actuar como si mi vida consistiese en un examen permanente.
El fútbol ni el baloncesto, las guerras ni los ejércitos, los juegos de cartas, las verdades absolutas y la resaca del sexo sin amor. Sufrir para morir.
No me gusta dejar de querer.

Me acuerdo:
De los domingos de mi infancia
Los domingos de mi infancia por la mañana. Vivía en un pueblo muy pequeño y los domingos debíamos ir a misa obligatoriamente porque, en caso contrario, la maestra se enteraba el lunes siguiente de nuestra falta y nos castigaba.
El cura pensaba que yo leía muy bien, por lo que la mayoría de las veces me tocaba leer una de las dos epístolas.
Después, cuando la misa había terminado, nos quedábamos en la plaza del pueblo, que estaba justo al lado, jugando juntos chicos y chicas, normalmente a la goma, hasta la hora de comer.



De un beso

En los labios.
   
Del día en que nacieron mis hijos
El tres de enero de 1994 yo estuve sola en casa toda la tarde. El niño debía de haber nacido unos quince días antes. Recuerdo que llamó un amigo de Luci y estuve hablando con él. Cuando colgamos, sentí la primera contracción.
En aquel momento, todo lo que había aprendido en el curso de preparación del parto fue sustituido por un tremendo dolor continuado que terminó, a las dos y cinco de la madrugada del día cuatro, con un bebé entre mis manos.
Con el segundo todo fue diferente. Yo estaba en el trabajo cuando el niño decidió que quería asomar las orejas al mundo. Y me lo tomé con tal tranquilidad que nació justamente diez minutos después de mi llegada al hospital.

Del día en que murió mi padre
La noche del sábado anterior y la mañana del domingo las había pasado acompañándolo en el hospital.
Cuando salí era plenamente consciente de que nos quedaba poco tiempo. Había pasado la noche intranquilo, como si intentara continuamente quitarse de encima algo que le molestara; había dejado de comer y yo no sabía si me reconocía.
Cuando se lo comenté a la enfermera le pareció normal.
El lunes siguiente, mientras me dirigía al trabajo en el coche, mi móvil sonó varias veces. No lo cogí porque iba conduciendo. Sin contestar conocía cuál era la noticia que me esperaba.

Del día en que retomé la escritura
Tengo escondidas algunas cosas que escribí mientras era muy jovencita; a mano o, como mucho, con la vieja Olivetti. Nunca después lo había retomado.
Hasta enero de hace dos años. Empecé 2011 tremendamente enfadada por la situación del mundo y sus noticias y, como un medio donde plasmar frustraciones frente a las que nada podía hacer, comencé una especie de diario. Esta vez con el ordenador.
A medida que fui perdiendo miedos, mi mirada se fue haciendo más introvertida. Después, el proceso de aprendizaje para crear un cuaderno de bitácora en Internet me llevó a crear el mío propio.
Y la navegación por las nuevas tecnologías me ha conducido hasta este taller.

Nunca he hecho
Nunca he hecho una prueba de alcoholemia.
Nunca he probado el vodka.
Nunca he bailado una sevillana ni un tango.
Nunca he cenado con velas.
Nunca he jugado al mus.
Nunca he cruzado el Atlántico.
Nunca he copiado en un examen ni he usado chuletas.
Nunca he devuelto ni descambiado un regalo.

3 comentarios:

  1. Me gusta haberte encontrado.
    Me gusta compartir nuestras emociones.
    Me gusta sentirte amiga.

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  2. Me gusta leerte.
    Me gusta descubrir tu alma escondida.
    No se si me gusta todo lo que mueves en mi interior cuando te leo.
    Me gusta ser madre.
    Me gustan más cosas que las que me disgustan.

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  3. ¿Cuál es el taller?¿ me pasas el link por favor?

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