La interpretación errónea de una sola palabra en un texto y sus consecuencias me condujeron, ayer, a meter la pata. La pata, el cuezo, la gamba, y todo lo que se pueda meter en este sentido. Dije algo que debí callar.
Ocurre que todos tenemos una imagen de nosotros mismos, más o menos coherente. En esa imagen hay cosas que no nos gustan, otras que nos son relativamente indiferentes, con las que convivimos sin hacernos preguntas, y algunas pocas que (al menos en determinados momentos) nos hacen sentir encantados de conocernos.
En general, tendemos a interpretar como errores nuestros actos cuando, por la circunstancia que sea, no conducen a las consecuencias exactas que habíamos previsto; lo cual no deja de ser otro error añadido, porque es muy difícil –si no imposible- prever todos los hechos que nuestros actos provocarán. Podemos calcular mal, pueden surgir circunstancias imprevistas, podemos omitir en nuestro cálculo datos importantes e, incluso puede ocurrir, que todo suceda según lo pensado y, sin embargo, el resultado final no nos satisfaga porque nosotros hayamos cambiado con el camino.
A veces, sin siquiera la excusa de lo inevitable o el triste consuelo de poder echar la culpa a otros, nuestro comportamiento contradice algún aspecto personal que valoramos como positivo en nosotros mismos. Bajo mi punto de vista, estos son los errores más difíciles de digerir porque nos conducen a preguntar(nos) cómo somos y si somos como pensamos; quién es, en realidad, ese individuo vestido con nuestro traje.
En estos casos los demás (aquellos en quienes confiamos, a los que siempre acudimos) suelen mostrarse comprensivos; buscarán explicaciones que nos justifiquen, intentarán quitar hierro al asunto y nos mostrarán nuestro mejor perfil.
Pero no podrán consolarnos. El bálsamo sólo llegará cuando admitamos que hicimos algo que nunca debimos hacer. Y que nada podrá cambiar esta realidad.
Solemos olvidar que el reinicio nunca es una opción disponible en este juego lo que, bien mirado, no me parece malo del todo. Así que, puestos a ser optimistas, lo único que nos queda es utilizar lo aprendido en la siguiente partida.