Martes, 3 de septiembre
El hotel que tenemos en Milán
está muy bien situado y andando nos lleva poco tiempo llegar a cualquier lugar
turístico de la ciudad, incluida la estación ferroviaria de Cadorna, de la que
parten los trenes para Como.
Y hacia allí nos hemos dirigido
esta mañana después del desayuno, con las mochilas y la cámara de fotos
dispuestas para lo que hiciera falta, dejando atrás las feas construcciones de
los arrabales de Milán para introducirnos, de forma progresiva, en paisajes que
presienten los Alpes.
El lago que baña esta ciudad
tiene una forma similar a una Y invertida, con Como situada en el extremo
inferior izquierdo, Bellagio en el vértice y Sorico y Lecco en los otros extremos (ver
mapa).
A la hora que hemos llegado ya no
circulaban barcos hasta el lugar más alejado y, además, teníamos que pensar en
la vuelta primero por el lago y después por tren hasta Milán. Teniendo en
cuenta todos estos detalles hemos sacado pasaje con destino a Bellagio.
Tras tantos días de arte, hemos
disfrutado paisajes maravillosos de cielo y montañas; vegetación que se perdía
desde sus pináculos hasta el borde mismo del agua; y casas construidas a lo
largo de toda la orilla, pero con tan escasa densidad que no molestaban a los
ojos.
Hemos llegado tarde a Bellagio, por
lo que la comida ha tenido horario español; y nos hemos encontrado una pequeña
población formada con la acumulación de unas pocas casas, que vive por y para
el turismo.
A pesar de que el lago es de
origen alpino, el agua no estaba fría. Lo sabemos porque Guillermo se ha bañado
entero y yo me he bañado los pies: no era fácil la maniobra porque el lecho lo
formaban piedras cubiertas de algas resbaladizas, y caminar sin zapatillas resultaba muy complicado.
La vuelta en el barco ha coincidido
con la puesta de sol y, de nuevo en Como, nos hemos dirigido a la catedral para
continuar con la tradición de las ciudades por las que hemos pasado.
Estaba cerrada.
Un paseo por el camino que rodea
el agua nos ha permitido pasar el tiempo de forma agradable hasta la partida
del tren.
Y, chicas, lamento deciros
que George
Clooney non si è fatto vedere.
Ante semejante desgracia,
tendréis que conformaros con el beso que os envío.
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