viernes, 6 de septiembre de 2013

Undicesimo giorno. En busca de George Clooney



Martes, 3 de septiembre

El hotel que tenemos en Milán está muy bien situado y andando nos lleva poco tiempo llegar a cualquier lugar turístico de la ciudad, incluida la estación ferroviaria de Cadorna, de la que parten los trenes para Como.

Y hacia allí nos hemos dirigido esta mañana después del desayuno, con las mochilas y la cámara de fotos dispuestas para lo que hiciera falta, dejando atrás las feas construcciones de los arrabales de Milán para introducirnos, de forma progresiva, en paisajes que presienten los Alpes.

El lago que baña esta ciudad tiene una forma similar a una Y invertida, con Como situada en el extremo inferior izquierdo, Bellagio en el vértice y Sorico y Lecco en los otros extremos (ver mapa).

A la hora que hemos llegado ya no circulaban barcos hasta el lugar más alejado y, además, teníamos que pensar en la vuelta primero por el lago y después por tren hasta Milán. Teniendo en cuenta todos estos detalles hemos sacado pasaje con destino a Bellagio.

Tras tantos días de arte, hemos disfrutado paisajes maravillosos de cielo y montañas; vegetación que se perdía desde sus pináculos hasta el borde mismo del agua; y casas construidas a lo largo de toda la orilla, pero con tan escasa densidad que no molestaban a los ojos.

Hemos llegado tarde a Bellagio, por lo que la comida ha tenido horario español; y nos hemos encontrado una pequeña población formada con la acumulación de unas pocas casas, que vive por y para el turismo.

A pesar de que el lago es de origen alpino, el agua no estaba fría. Lo sabemos porque Guillermo se ha bañado entero y yo me he bañado los pies: no era fácil la maniobra porque el lecho lo formaban piedras cubiertas de algas resbaladizas, y caminar sin zapatillas resultaba muy complicado.

La vuelta en el barco ha coincidido con la puesta de sol y, de nuevo en Como, nos hemos dirigido a la catedral para continuar con la tradición de las ciudades por las que hemos pasado. Estaba cerrada.

Un paseo por el camino que rodea el agua nos ha permitido pasar el tiempo de forma agradable hasta la partida del tren.

Y, chicas, lamento deciros que  George Clooney non si è fatto vedere.

Ante semejante desgracia, tendréis que conformaros con el beso que os envío.

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