domingo, 11 de agosto de 2013

Valores relativos



Hace unos años, cuando eran mejores tiempos para la cultura e  imaginábamos que podríamos mantener para siempre nuestras esperanzas, el Ayuntamiento de Rivas organizó diversos ciclos de conferencias bajo el título común de El mundo en que vivimos. Gratis.

Por ellos fueron pasando intelectuales y científicos (muchos integraban en su persona ambos calificativos) de primer nivel y, en ausencia de otros compromisos, pasé la tarde de algunos miércoles en el Cerpa, sintiéndome siempre un poquito menos ignorante al abandonar el salón de actos.

En el año 2004 (gracias, Internet), en uno de aquellos días, la exposición llevaba por título: "ADN: las letras de la vida". La conferenciante era Margarita Salas, química por formación, investigadora en el Instituto de Biología Molecular del CSIC, profesora de investigación en el mismo organismo y con un currículum (según datos de 2011) de 67 páginas, incluyendo publicaciones.

Es, además, miembro, entre otras, de la Real Academia Española de la Lengua, en la que ocupa el sillón i.

Su discurso de ingreso -también- versó sobre Genética y lenguaje y en su argumento se pueden distinguir dos partes: en la segunda habla de la relación entre la estructura física del cerebro y el lenguaje.

La primera me resulta más motivadora. En ella establece un paralelismo entre los diferentes niveles de estructura de la lengua  y de los  seres vivos, y en su forma de organización. Fonemas y letras que forman palabras, sintaxis, morfología y semántica en un lado; nucleótidos, ácidos nucleicos, genes, proteínas y células en el otro.

Cuatro letras, A, T, C y G me igualan, en un extremo, a cualquier ser vivo que sobre la tierra es o haya sido; cuatro letras, A, T, C y G, en el otro, me diferencian de todas las demás especies vivas o extintas, de todos los demás individuos Homo sapiens.

Estas cuatro letras y muchos años de evolución me permiten utilizar ahora mismo otro alfabeto, este de veintisiete letras, para dejar constancia de mis ideas peregrinas;  y al resto de miembros de mi clan que lean mi idioma, comprenderlas.

Artículo, nombre, adjetivo, pronombre, verbo, adverbio, conjunción e interjección. En el nivel morfológico, estos son los tipos de palabras del español.

Por supuesto, a este grupo le faltan las preposiciones, que todos aprendimos a utilizar perfectamente integradas en el proceso de aprendizaje del habla, memorizándolas poco después, de carrerilla y por orden alfabético, como una pequeña lista acotada.

Una lista cuyo uso es imposible de trasladar literalmente de una lengua a otra.

El  Diccionario de la RAE define "preposición"  como "Palabra invariable que introduce elementos nominales u oraciones subordinadas sustantivas haciéndolos depender de alguna [...] anterior". La negrilla la he añadido yo: para subrayar las palabras que, en su propia definición, nos inducen a creer que son partes sin demasiada importancia en la comunicación.

“Afecto” y “distancia”. Dos nombres.

“Afecto” sugiere inclinaciones y sentimientos -positivos o negativos- de intensidad variable.

“Distancia” implica intervalo -de espacio, de tiempo, o de ambos-; largo o corto; puntual o definitivo. También puede significar diferencia; o lejanía.

"Afecto" y Distancia: dos palabras con matices, que me gustan.

Una a continuación de la otra, pueden modificarse con preposiciones.

Afectos a distancia y distancia ante el afecto; distancia bajo los afectos y afectos con (la) distancia; distancia contra afecto y afectos de distancia; afectos desde la distancia, afecto en la distancia y distancia en los afectos; distancia entre (los) afectos y afectos hacia la distancia; afectos hasta la distancia, afectos para la distancia y distancia para los afectos.

Afectos por la distancia, afectos según la distancia y afectos sin distancia; afectos sobre la distancia y distancia sobre los afectos.

Afectos tras la distancia y distancias tras los afectos; afectos durante la distancia y distancia durante el afecto, afecto mediante la distancia y distancia mediante el afecto.

No están todas las posibilidades combinatorias; pero hay suficientes para demostrar que la presencia o ausencia del artículo (cuando no viene obligado), el número -singular o plural-. y el orden de cada nombre respecto del otro, introducen significados imposibles, opuestos,  antagónicos, similares, divergentes, contradictorios, con matices y, en algunos casos, muy sugerentes.

Afectos y distancia; distancia y afectos.Cuestión de preposiciones.

          Y de equilibrio.

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