Hace unos
años, cuando eran mejores tiempos para la cultura e imaginábamos que podríamos mantener para siempre
nuestras esperanzas, el Ayuntamiento de Rivas organizó diversos ciclos de
conferencias bajo el título común de El
mundo en que vivimos. Gratis.
Por ellos
fueron pasando intelectuales y científicos (muchos integraban en su persona
ambos calificativos) de primer nivel y, en ausencia de otros compromisos, pasé
la tarde de algunos miércoles en el Cerpa, sintiéndome siempre un poquito menos
ignorante al abandonar el salón de actos.
En el año
2004 (gracias, Internet), en uno de aquellos días, la exposición llevaba por
título: "ADN: las letras de la vida". La conferenciante era Margarita
Salas, química por formación, investigadora en el Instituto de Biología
Molecular del CSIC, profesora de investigación en el mismo organismo y con un
currículum (según datos de 2011) de 67 páginas, incluyendo publicaciones.
Es, además,
miembro, entre otras, de la Real Academia Española de la Lengua, en la que
ocupa el sillón i.
Su discurso
de ingreso -también- versó sobre Genética
y lenguaje y en su argumento se pueden distinguir dos partes: en la segunda
habla de la relación entre la estructura física del cerebro y el lenguaje.
La primera
me resulta más motivadora. En ella establece un paralelismo entre los
diferentes niveles de estructura de la lengua y de los seres vivos,
y en su forma de organización. Fonemas y letras que forman palabras, sintaxis,
morfología y semántica en un lado; nucleótidos, ácidos nucleicos, genes,
proteínas y células en el otro.
Cuatro
letras, A, T, C y G me igualan, en un extremo, a cualquier ser vivo que sobre
la tierra es o haya sido; cuatro letras, A, T, C y G, en el otro, me
diferencian de todas las demás especies vivas o extintas, de todos los demás
individuos Homo sapiens.
Estas cuatro
letras y muchos años de evolución me permiten utilizar ahora mismo otro
alfabeto, este de veintisiete letras, para dejar constancia de mis ideas
peregrinas; y al resto de miembros de mi
clan que lean mi idioma, comprenderlas.
Artículo,
nombre, adjetivo, pronombre, verbo, adverbio, conjunción e interjección. En el
nivel morfológico, estos son los tipos de palabras del español.
Por
supuesto, a este grupo le faltan las preposiciones, que todos aprendimos a
utilizar perfectamente integradas en el proceso de aprendizaje del habla,
memorizándolas poco después, de carrerilla y por orden alfabético, como una
pequeña lista acotada.
Una lista
cuyo uso es imposible de trasladar literalmente de una lengua a otra.
El Diccionario
de la RAE define "preposición"
como "Palabra invariable que introduce
elementos nominales u oraciones
subordinadas sustantivas haciéndolos
depender de alguna [...] anterior". La negrilla la he añadido yo: para
subrayar las palabras que, en su propia definición, nos inducen a creer que son partes sin demasiada importancia en la comunicación.
“Afecto” y
“distancia”. Dos nombres.
“Afecto”
sugiere inclinaciones y sentimientos -positivos o negativos- de intensidad
variable.
“Distancia”
implica intervalo -de espacio, de tiempo, o de ambos-; largo o corto; puntual o
definitivo. También puede significar diferencia; o lejanía.
"Afecto"
y Distancia: dos palabras con matices, que me gustan.
Una a
continuación de la otra, pueden modificarse con preposiciones.
Afectos a distancia y distancia ante el afecto; distancia bajo los afectos y afectos con (la) distancia; distancia contra afecto y afectos de distancia; afectos desde la distancia, afecto en la distancia y distancia en los afectos; distancia entre (los) afectos y afectos hacia la distancia; afectos hasta la distancia, afectos para la distancia y distancia para los afectos.
Afectos por la distancia, afectos según la distancia y afectos sin distancia; afectos sobre la distancia y distancia sobre los afectos.
Afectos tras la distancia y distancias tras los afectos; afectos durante la distancia y distancia durante el afecto, afecto mediante la distancia y distancia mediante el afecto.
No están
todas las posibilidades combinatorias; pero hay suficientes para demostrar que
la presencia o ausencia del artículo (cuando no viene obligado), el número
-singular o plural-. y el orden de cada nombre respecto del otro, introducen
significados imposibles, opuestos,
antagónicos, similares, divergentes, contradictorios, con matices y, en
algunos casos, muy sugerentes.
Afectos y
distancia; distancia y afectos.Cuestión de preposiciones.
Y de equilibrio.
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