Ayer habíamos sacado los
billetes, de ida, para ir hoy a Ferrara.
Esta mañana, justo cuando nuestro
tren estaba parando en la estación, hemos leído el texto, y nos hemos dado
cuenta de que teníamos que picarlo.
El problema era que desconocíamos
el procedimiento y no teníamos tiempo, así que nos hemos abandonado en manos de
la suerte y nos hemos embarcado. Por supuesto, ha pasado el revisor, ha escrito
una notita y me ha dicho que yo debía
ir a hablar con el jefe de estación. Una vez en nuestro destino y, puesto que sí habíamos pagado el billete, he
omitido su sugerencia.
Después hemos paseado, hemos
visitado el Castillo de los Este, la catedral y, como todo el mundo allí se
mueve en bicicleta, hemos alquilado una.
Estas son ciudades hechas para
este medio de transporte, porque tienen aparcamiento reservado en todos los
lugares.
El plano de la Oficina de Turismo
nos sugería cuatro o cinco itinerarios temáticos y nos hemos movido por tres de
ellos. Mientras botaba por calles de cantos rodados le he agradecido a mi padre
su peculiar modo de enseñarme a montar.
Gracias a eso, mi recuero de
Ferrara será diferente.
A partir de las tres, las calles
se han llenado de gente, chiringuitos y música. Grupos de distintas
nacionalidades, con instrumentos de lo más variopintos y todo tipo de estilos
han convertido el lugar en un festival de sonidos, color y actividad.
María, esto nos lo hemos
encontrado. Y te hemos recordado, porque varios de los conjuntos tocaban música
de swing y jazz.
En el viaje de vuelta a Bolonia,
como ya conocíamos cómo validar los billetes, hemos seguido el procedimiento de
buenos ciudadanos.
El revisor no ha
pasado.
Me alegro de que disfrutéis del viaje y las sorpresas del camino.
ResponderEliminar¡Bien por la música! y ¡ cuidado con los revisores del transporte, ya sabes que son amigos del diablo!.
Que el camino os sea propicio.
besos