La aventura ha comenzado de buena
madrugada, al sonar el despertador a las cuatro y cuarto. Tras un viaje que yo
opino tranquilísimo y Guillermo incómodo, a las nueve menos
cuarto aterrizábamos en Bolonia.
Con las maletas en la consigna de
la estación de trenes y, tras el paso obligado por la Oficina de Turismo, nos
hemos decidido a pasear y visitar diversas iglesias y el gueto.
Pronto el mucho caminar nos ha
pasado factura y, a las doce y media estábamos comiendo, no porque sea el
horario habitual aquí, sino porque el estómago nos lo demandaba.
Por cierto, que mi menú ha
consistido en ñoquis a los cuatro quesos con boletus.
Después el madrugón se ha cobrado
su peaje y, tras una siesta de sesenta minutos que nos ha reparado el cuerpo,
nos hemos despertado a la hora en la que en España ni siquiera habríamos
empezado a poner la mesa.
Esta tarde visita a la Basílica
de San Petronio y después, con cuatrocientos noventa y un escalones, contados,
subidos y bajados, a la Torre de Asinelli; que no sé si tiene alguna relación
con los borriquillos, porque "asino" en italiano, significa
"asno".
Bolonia me ha parecido una ciudad
hecha a la medida de inclemencias meteorológicas, porque los soportales
presentes en todo su recorrido permiten obtener sombra en cualquier momento del
día, cuando el calor aprieta. Y resguardarse de la lluvia en los chaparrones.
Por lo demás, tiene un sistema
gratuito de bicicletas para moverse, que no hemos utilizado aún porque hemos descubierto su funcionamiento a última hora de la tarde, el rojo de sus tejas es tan uniforme
y homogéneo que es conocida como "la città rossa", posee una zona
peatonal amplísima y agradablemente paseable, y sus calles respiran tranquilidad.
En el lado negativo de la
balanza, le faltan fuentes públicas y le sobran grafittis (malos) y cubos de
basura por las calles.
Un dato curioso es la abundancia
de cabinas telefónicas en estos tiempos de móviles. Desconozco si aún funcionan,
o si sólo forman parte del paisaje urbano como recuerdo.
A diferencia de otras ciudades
más turísticas, los italianos son mayoría, lo cual a nosotros nos viene de
perlas, aunque en alguna ocasión se hayan empeñado en hablarnos en inglés.
Con el idioma nos manejamos sin
problemas, lo que me permite "progresar adecuadamente" en la asignatura de Confianza.
En cuanto a lo demás, Guillermo y
yo no hemos discutido (todavía).
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