7 de septiembre de 2014. Domingo
Tras once horas de sueño reparador, a las ocho y media nos
dirigíamos hacia el tren, por una Brujas desierta, tan diferente a la de ayer,
que no hemos resistido la tentación de hacernos unas fotografías por el camino.
La primera sorpresa nos esperaba antes de llegar a Amberes,
con la perspectiva, según nos acercábamos, de su estación. Grandiosa, antigua,
fabricado en piedra el vestíbulo y en hierro y cristales sus andenes
protectores de inclemencias, lo que supongo agradecerán especialmente los
viajeros que lleguen o partan en invierno o con mal tiempo.
No ha sido nuestro caso, el mal tiempo, porque la
temperatura es agradable aunque variable; y con variable quiero decir que
depende de nuestra posición respecto al astro rey. En las zonas de sol, basta
con una manga corta, en las de sombra, hay que colocarse el jersey, con lo que
nos pasamos el día con el quita y pon.
De camino a la Oficina de Turismo hemos pasado por la calle
más comercial, es decir, aquella en la que están las mismas tiendas de todas
las ciudades turísticas: H&M, Swarowski, Nike, Christian Dior, Burger King,
Fnac, todas las que ahora no puedo recordar y alguna made in Bélgica.
Rubens nació en esta ciudad, aquí está su casa-museo y hacia
ella nos hemos dirigido, para descubrir que está formada por un edificio
tradicional de ladrillo unido a otro, de diseño italiano realizado por el
propio pintor, donde estableció su taller. En el exterior, tres arcos de estilo
romano clásico inspirados en un diseño de Miguel Ángel, comunican patio y
jardín.
En el interior, objetos de la época, unos que pertenecieron a Rubens y otros que se supone que le pertenecieron, poquitos cuadros suyos, algunos de artistas protegidos por él o de sus amigos, cerámicas de la zona, y una explicación sincera de cómo se llevó a cabo la restauración del
edificio durante los años de la Segunda Guerra Mundial, y los motivos por los
que hoy sabemos que el museo actual no se corresponde con la realidad de la
casa en la época en que el pintor la habitó.
Como curiosidad, una estatua de Adán y Eva que, tras ser
robada, fue encontrada y sacada sana, salva y entera por la policía del fondo
del río, y no hablamos de un río cualquiera.
Yo creo que las ciudades cuentan múltiples historias de sus
ríos, pero también que sus ríos esconden secretos de las ciudades que bañan, así
que siempre los visito cuando me los encuentro de camino.
Eso hemos hecho hoy con el Escalda (Schelde en su idioma
original). Hemos ido a rendirle honores, y de paso a descubrir el cauce más ancho
que yo recuerde, con
barcos de enorme calado anclados en sus orillas, con aguas tranquilas y curvas serenas.
Así que sí, que Adán y Eva, con su tamaño de unos veinte
centímetros y su delicadeza de alabastro fuesen rescatados intactos de tal
inmensidad, puede considerarse un milagro análogo al de su creación en el
Paraíso Terrenal.
El resto del día se nos ha ido en comer, tomar un café,
pasear por la amplia zona peatonal, encontrar cerrada la iglesia de san Carlos
Borromeo (diseñada originalmente por Rubens), e intentar entrar en la catedral donde
cuatro vigilantes nos han impedido el paso, primero porque se acercaba
la hora de la misa y después porque la misa ya había empezado.
Por supuesto, hablamos de Amberes, y en el trayecto de
vuelta nos hemos embelesado con los diamantes, con los diseños de joyas con
diamantes, con los engarces de los diamantes y con el brillo de los diamantes. El
precio no figuraba.
Libres de impuestos para los turistas, y con un cincuenta
por ciento de descuento (al menos eso ponía en el escaparate), hubiese yo
elegido muchas de las preciosidades que mis ojos han contemplado para mi
colección privada, pero en aquel momento no tenía a mano ni la Visa, ni la
chequera ni el número de teléfono de mi banquero.
El viaje de vuelta nos ha regalado una lluvia de globos
aerostáticos suspendidos en el cielo.
Espero impaciente la siguiente entrada del que supongo está siendo un grato viaje; Me remonta en la memoria y el tiempo hacia otro viaje parecido del que disfruté y guardo fantásticos recuerdos.
ResponderEliminarPor cierto, la foto me gusta mucho;