Bueno, pues
resulta que desde hace unos días una guerra incruenta y no soterrada enfrenta a
algunas celebrities; en el campo de batalla de Istagram, que por fortuna
también en las redes sociales existen diferencias de clases, Dolce & Gabbana
versus Elton John y algún aliado más sumado a su causa.
La cosa empezó,
como todos los litigios, por un quítate de ahí esas ideas, que si la única
familia es la tradicional, que si determinados niños son hijos de la química, que
si basta ya de úteros de alquiler, que si cómo se os ocurre llamar sintéticos a
mis preciosos hijos, que si os deberían dar vergüenza vuestras ideas
retrógradas, que si os vais a enterar porque voy a solicitar a todos los
consumidores que no compren vuestros productos, que si...
Y servidora
feliz a medida que el ambiente se caldeaba, porque la verdad es que en nuestra
clase social no es muy habitual que se nos convoque a significarnos. Vamos, que
oí boicot y se me hicieron los ojos chiribitas, y no pienso
quedarme al margen.
Esta vez pasaré de fruslerías filosóficas y me ocuparé de lo importante.
Había elegido ya
el bolso de estreno para la próxima fiesta jet, pero no puedo dejar pasar la ocasión,
que a los de mi estatus siempre nos faltan oportunidades para dejar bien clarita nuestra
postura, así que ya lo he decidido. Renunciaré a gastarme el sueldo mensual que
me paga la ETT en Dolce & Gabbana.
Dadas las
circunstancias, elegiré a Christian Dior.
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