En adelante
este blog cambia de título y abandona la reivindicación explícita que contenía.
En la primera
entrada, la que daba la bienvenida a los que tuvieran la
amabilidad de leer lo que escribo y expresaba mi intención de no ser demasiado
pesimista, también manifesté que al
crearlo sólo deseaba saber cómo funcionaba.
En realidad, me
expresé mal, porque lo que yo quería en aquel momento era conocer el proceso
exacto de su creación, para poder después poner en funcionamiento uno que ni
siquiera era de mi propiedad.
Bastante tiempo
antes, una noche cenando en casa, hablando de fútbol, imagino que en uno de
esos momentos en los que me sentía irritada por lo que considero excesiva
presencia de este negocio que venden como juego en la vida, y especialmente en
la televisión, comenté, sobre la marcha y sin intenciones serias, que algún día
crearía un blog al que llamaría No a la
invasión del fútbol.
Guillermo me comunicó,
en su tono de voz habitual cuando difiere de mi opinión, que me daría lo mismo
porque nadie me leería; y tenía razón al decirme que la realidad puede más que
yo.
Pero son otros
los motivos para el cambio.
En los inicios
yo desconocía hacia dónde me conduciría esta aventura; sin embargo tres años son
un recorrido suficiente como para que algunos de mis puntos de vista y mis
inquietudes hayan cambiado, para que ya no necesite reivindicar nada de manera
tan categórica.
No me gusta la
invasión del fútbol, pero no odio el fútbol; me caen bien la Vecchia Signora, y el Atlético de Madrid
por impredecible, pero si pierden son sólo un dato para archivar en la memoria
a corto plazo. Disfruto con los artículos de John Carlin y disfrutaba con los
de Zubizarreta, en ambos casos por dos motivos, porque escriben muy bien, y
porque sus puntos de vista abarcan más de los noventa minutos de los partidos.
Este deporte tiene
demasiados matices como para que los tifosi
de cualquier club puedan entenderme, y tampoco lo pretendo. En muchos aspectos,
creo que es metáfora o sublimación de cosas importantes. ¿Por qué los equipos
grandes tienen tantísimos seguidores en todo el mundo? porque es una forma (casi)
segura de romper la rutina de perdedores habituales que todos somos; por eso también,
sin que en el fondo me importe, siempre prefiero que el pez chico se dé un
festín.
Desde que
decidí el cambio de título, pensaba palabras y sus combinaciones, sin que
ninguna me convenciera. Por fin una tarde un nombre se abrió paso.
“Caminos”.
Me pareció corto,
sugerente, significativo, apropiado, y oportuno para expresar la variedad de
contenidos del blog.
Más contenta
que unas castañuelas, me disponía a abrir la puerta de casa, cuando otro
pensamiento atravesó fugaz como un rayo; llamándolo así, sólo una “s” me
separaría del título de otra publicación, de infaustos recuerdos y con muchísimos adeptos, cuyo contenido
considero desfasado, proselitista, clasista, machista y pazguato.
Podría seguir
añadiendo adjetivos, pero no quiero. No. No podía consentir que quién lo
buscara a él encontrara algo mío por una simple similitud en el título.
Dediqué otro
rato a buscar sinónimos.
Senderos, según el DRAE, “Camino más estrecho que la vereda, abierto principalmente por el tránsito …”.
Senderos, por los que seguir avanzando.
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