lunes, 23 de julio de 2012

Los procesos digestivos


Para Consuelito, el mejor sol de invierno que conozco. Calienta el corazón cuando menos te lo esperas, y cuando más lo necesitas.
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La primera entrada del Diccionario de la RAE, define “digerir” como “convertir en el aparato digestivo los alimentos en sustancias asimilables por el organismo”. A su vez, esta palabra deriva del latín ·”digerere”, que se traduce como “distribuir”, “ordenar”.
“Indigestión” viene definida como “falta de digestión” y “trastorno que por esta causa padece el organismo".
Existen distintos tipos de digestión (intracelular, epitelial y extracelular), en las que intervienen procesos mecánicos y químicos; todo el desarrollo viene facilitado por las secreciones, en cantidades justas, de glándulas exocrinas y endocrinas. Además, la bilis tiene un papel fundamental en la neutralización de la acidez, en la descomposición de grasas y vitaminas y en el transporte de los desechos.
En esto consiste, muy sucintamente, cualquier digestión fisiológica. Pero el Diccionario también recoge, en la segunda acepción, esta palabra como “sufrir o llevar con paciencia una desgracia o una ofensa” y aún en la tercera “meditar cuidadosamente algo, para entenderlo o ejecutarlo. ¿Qué pasa, entonces, con las digestiones –o, mejor-, indigestiones mentales?
Existe una diferencia fundamental entre el alimento fisiológico y el psicólogico: en el primer caso, nada puede obligarnos a tragarlo si mantenemos la boca cerrada; en el segundo, los órganos de ingestión son, la nariz y, en algunas ocasiones (que tal vez no debamos menospreciar), la piel; pero básicamente, los ojos y los oídos.
Otra cosa más diferencia ambos procesos: comemos cuando queremos; pero el mundo exterior y nuestros pensamientos nos llegan de forma continuada, sin que podamos hacer oídos sordos y ojos ciegos a voluntad; así que hemos debido aprender a diferenciar.
De la gran mayoría de sucesos exteriores ni siquiera somos conscientes; son alimentos que no comemos. Otros tipos de nutrientes nos llegan como aprendizaje, a través de la memoria. Es la información que buscamos o encontramos por los medios más diversos; desde las situaciones cotidianas y las relaciones habituales, hasta los divertimentos de cada cual y las variopintas conversaciones, que a veces quedan como simples anécdotas y otras nos muestran caminos por los que continuar.
Esta sería la alimentación habitual, fundamental para sobrevivir, en la que los mecanismos de la digestión funcionarían mejor que un reloj, con los aportes justos de cada órgano y cada sustancia. Los elementos extracelulares llegarían a convertirse en intracelulares y volverían, de otra manera, al exterior, para posibilitar la continuidad del proceso. Serían ingestas necesarias que constituyen la normalidad.
De forma esporádica, y normalmente por sorpresa, los sentidos nos proporcionan alimentos para un banquete. En estos casos seremos plenamente conscientes del proceso digestivo, y haremos todo lo posible por dilatarlo, mientras recordamos el placer que nos produjo la ingesta.
Existen otros convites. Inesperados y a los que nunca quisimos ser invitados. Como los últimos, nos son proporcionados por las personas más queridas; pero el resultado será una indigestión.
En este caso, sin tiempo para masticarla, tragaremos directamente la información. Una vez en el estómago, provocará tal cantidad de reacciones anómalas que ningún órgano podrá realizar con normalidad su trabajo. Al cóctel se añadirá una cantidad importante de ácido clorhídrico. El nivel de bilis llegará (casi) al infinito; pero no neutralizará el ácido, sino que nos amargará, todavía más, su sabor amargo. Mientras somos plenamente conscientes de la amalgama, nos convertiremos en rumiantes y la digestión se dilatará en un largo periodo de tiempo. Incluso puede que mantenga la capacidad de volver en los momentos más inesperados.
Sólo el paso del tiempo y nuestro nuevo posicionamiento ante los hechos actuarán como digestivos, para integrar lo sucedido y ayudarnos a sacar conclusiones.
No hay Almax efectivo para estas indigestiones. Y, a pesar de la aguda sensación de nausea, tampoco podremos vomitar.

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