Entre los trabajos que le exigían en el BI, Jorge debía hacer una monografía. Podía ser sobre el área de conocimientos de cualquier asignatura y sobre el tema que quisiera.
Como le gustan el deporte y la historia europea del siglo XX, el trabajo estaba relacionado con los dos y llevaba por título El triunfo de la propaganda. La utilización política de los Juegos Olímpicos por parte del régimen nazi en 1936.
Ejerciendo, en algunos aspectos, de correctora, tuve que leerlo varias veces. No soy experta y seguro que esta afirmación es amor de madre, pero me parece que el resultado final era estupendo.
¡No! ¡No os asustéis! No voy a publicarlo aquí. Copiaré sólo la dedicatoria. Con ella di por buenos muchos enfados y desencuentros, y por bien empleado mucho de mi tiempo.
Si queréis leerla, como en otras ocasiones aparecerá al pinchar en el enlace “más información”.
Gracias Jordi, y aunque no creo ser una rata de biblioteca, me encanta que tengas tan alto concepto de mí. Gracias también por lo que dices del abuelo. Creo que le hubiera encantado saberlo.
A mi madre, Pilar, fuente inagotable de ideas, apoyo y ayuda; ávida rata de biblioteca a la que no hay bibliografía que se le escape, e insuperable desentrañando los secretos de San Google para encontrar lo que quiere.
A mi abuelo Honorio que, aunque no llegó a verlo terminado (en realidad no lo vio ni empezado), siempre me apoyó en todo lo que hice y me enseñó algunas cosas muy importantes que no dicen los libros: la alegría de vivir, el valor de los seres queridos y la importancia del esfuerzo. El mundo no será el mismo sin sus canciones y sus refranes.
A mi profesora de Historia, Rosa María, que me ha enseñado que las cosas no son ni blancas ni negras, que siempre existen los matices; que me ha inculcado su pasión por la Historia pese a nuestras continuas disputas dialécticas y enfrentamientos verbales; que ha invertido su tiempo en conseguir que este texto llegara a buen puerto.
A los tres, gracias.
Altius, citius, fortius
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