Escribí este texto para la ceremonia de graducación de los alumnos de cuarto curso de secundaria, celebrada en el instituto de uno de mis hijos, el pasado 24 de junio.
Por razones que no vienen a cuento no se leyó entonces. La guardé porque era de mi gusto (y de alguno más). Ahora tengo este cajón de sastre donde, si queréis , está a vuestra disposición pinchando en el enlace "más información".
16 añitos, fieras.16, 15, 17 ¿qué más da? Objetivamente no son tantos. Durante este tiempo habéis recorrido juntos un camino que, a partir de ahora, se divide en distintos senderos, entre los que cada cual deberá elegir el suyo.
16 añitos, fieras.16, 15, 17 ¿qué más da? Objetivamente no son tantos. Durante este tiempo habéis recorrido juntos un camino que, a partir de ahora, se divide en distintos senderos, entre los que cada cual deberá elegir el suyo.
Si miramos el pasado como si fuera una película, los padres sentimos que nuestro guión dio un salto de efecto tremendo el día en que vosotros nacisteis.
Os llevamos en brazos a la guardería (bueno, algunos afortunados se ahorraron este paso); os cogimos de la mano el primer día de colegio, en educación infantil; seguimos acompañándoos, cuando empezasteis primaria. Cuando la terminasteis, podíais ya ir y volver solos.
Después llegó el temor de la secundaria, el instituto y, sobre todo, la angustia del reclamo de vuestra libertad y vuestra necesidad de que los padres fuésemos soltado lastre. Resumiendo: hemos pasado del “niño, deja ya de joder con la pelota” al “no me jodas que quieres volver a las tres de la mañana”.
Hubo momentos en los que no sabíamos cómo hacerlo, porque muchas veces la teoría se estrella contra la realidad. Pero podéis estar seguros de que siempre lo hemos intentado; aunque hayamos cometidos errores, que esperamos podáis subsanar con vuestros propios medios.
A lo largo de estos años en el instituto habéis enriquecido vuestras vidas en muchos más sentidos de los que ahora probablemente alcancéis a ver.
Habéis conocido un montón de compañeros nuevos, y algunos de ellos se han convertido en amigos que os seguirán siendo importantes en años sucesivos.
Por supuesto, los profesores, a muchos de los cuales seguiréis recordando con el paso del tiempo. Ellos tampoco lo tienen fácil, porque a menudo su función es intentar que vosotros aprendáis o descubráis cosas que os interesan muy poco... o nada.
Unos os habrán gustado mucho y otros menos. Y hasta es posible que alguno os haya llevado a descubrir la belleza de determinada asignatura. Si este es vuestro caso, habéis sido muy afortunados.
Habéis aprendido y aprobado –por eso estamos aquí-, matemáticas, lengua, tecnología, inglés y otro montón más de conocimientos. Algunos los olvidaréis. Seguro.
Pero, sin intentarlo siquiera, también habéis aprendido –eso esperamos-, otra serie de cosas, mucho más importantes para la escuela de la vida, que deseamos recordéis siempre: el valor del compañerismo, la amistad, la solidaridad, el trabajo bien hecho, la importancia del sacrificio para conseguir aquello a lo que se aspira y la capacidad de resolver conflictos. Y esto, podéis estar seguros, nunca lo hubierais conseguido sin todas las personas que han estado a vuestro lado durante este tiempo, soportando vuestros modales adolescentes.
Queremos acabar diciéndoos una obviedad: somos vuestros padres; y otra cosa que no lo es tanto: que, en este momento, nos sentimos orgullosos de vosotros y vuestro logro: ya sois graduados en Educación Secundaria. Final de una etapa y principio de otras, seguro más complejas, pero que esperamos y deseamos os sean todas, a todos, venturosas.
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