miércoles, 24 de junio de 2015

Inmoralidad, populismo y datos

Sí:
Sé que haciendo el mismo trabajo que hago ganan bastante menos los trabajadores de todas las empresas con  las que las administraciones subcontratan los servicios que privatizan.
Sí:
Sé que este no es un caso único entre los futbolistas (ni tampoco entre los deportistas), pero es el último del que he tenido conocimiento a través de la prensa.
“Gareth Bale aumentará su salario en un millón de euros netos la próxima temporada hasta alcanzar los 12 millones de sueldo básico, según fuentes de su entorno” (El País, domingo, 21 de junio de 2015).
Sí:
Se me ha ocurrido una pregunta estúpida. ¿Cuántos años debería estar yo subvencionando pensiones ajenas para llegar a embolsarme esa cantidad?
Y sí:
He rescatado del tiempo los conocimientos matemáticos de la vieja y denostada EGB y he echado cuenta de las diferencias entre su sueldo –base  y  neto- y mi sueldo -con complementos y bruto-.
Estos son los resultados (matemáticos).
1.  Porcentaje de subida de sueldo de Bale en el curso 2015-2016: 9,09 (periódico) %. Una regla de tres.
2.  Número de años que yo debería trabajar para aumentar los números verdes de mi cuenta en un millón de euros, 166.386.000 para los que aún piensan en pesetas: más de 44. Una división.
3.  ¿Y para ganar doce millones de euros, o lo que es lo mismo, mil novecientos noventa y seis millones, seiscientas treinta y dos mil pesetas?: casi 530. Otra división.
Año arriba año abajo, periodos anteriores incluidos, hacia 2515 habría igualado mis ingresos de toda la vida con los de la próxima temporada de Bale.
Pan y fútbol.

domingo, 21 de junio de 2015

Un día cualquiera

18 de junio de 2015.
Primero he oído una sentencia de muerte.
No, no iba conmigo pero iba con Alguien.
No, no la ha emitido un juez.
Ha sido un médico.
Luego he prestado atención a los detalles.
A la voz agradable pero neutra; al lenguaje cercano pero profesional; al mensaje práctico y explícito.
Me he sentido intrusa y he cerrado la puerta.
Antes he mirado los rostros de Alguien buscando síntomas de debacle.
No he encontrado nada.

martes, 2 de junio de 2015

Prioridades

Mientras me embobaba disfrutando la serenidad de la noche y la plenitud de la luna llena me he comido con el coche un bordillo de cuya existencia tenía conocimiento previo, pero hoy quiero contar otra historia.

Sábado por la mañana, aparcamiento del H2Ocio, habíamos terminado los quehaceres que allí nos habían conducido, habíamos ubicado las adquisiciones en el maletero, y Guillermo se había marchado con el carrito a su lugar mientras servidora pretendía abrir su vehículo.

Aparcado a la izquierda estaba otro automóvil,  negro. En el interior, un bebé tranquilamente sonriente, en el exterior su sillita de paseo esperándole, y una mujer, con la edad oportuna para parecer la mamá, practicando dedding (léase “moviendo compulsivamente los dedos”) sobre el teclado del móvil.

La puerta de su coche, abierta, me impedía abrir la del mío, por lo que tras un tiempo ejerciendo de palo tieso que consideré prudencial, decidí abrir la boca.

-       Perdona, ¿vas a salir? es que no puedo entrar.

-       Ah, sí.

Cerró la puerta de su vehículo  y se puso detrás de él.

Yo subí al mío, bajé los cristales de las ventanillas porque hacía calor, me abroché el cinturón, arranqué el motor, volvió Guillermo, subió, puse marcha atrás, salimos del aparcamiento, metí primera, después segunda, y nos fuimos.

La última vez que miré por el retrovisor, ella seguía practicando dedding.