María: esta vez sí que
espero tus comentarios. Después de todo has sido tú la que siempre me ha
animado a ser más inventiva.
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leyendo, pincha en el enlace “Más información”.
Era un día diferente.
La noche anterior
habían decidido descansar de las vacaciones y tomarse un relax. Aprovechando la
cercanía de la costa, buscarían cualquier playa en la que tomar baños de agua,
de sal y de sol, alternados con el frescor de la sombrilla.
Abandonaron la casa,
sin itinerario determinado, en dirección a la ciudad más grande que encontraron
sobre el mapa, cerca de la costa; y cuando el bullicio urbano quedó atrás,
aparcaron en el primer lugar de todos los posibles.
Por lo visto, aquella
mañana los hados estaban de su parte. Encontraron cerca un sitio apetecible, con
poca arena, aguas no demasiado profundas que permitían ver el fondo, y sólo
unos pocos ejemplares del género humano.
Una vez cumplido el
protocolo de buscar un lugar apropiado y colocar los bártulos, cada cual eligió
su mejor alternativa entre las disponibles. Ella, tumbada en la cómoda hamaca, siguió
con la lectura que la ocupaba de momento.
Cuando el calor empezó
a molestarla decidió cambiar de actividad. Le pareció columbrar a su hijo en la
distancia. Paso a paso, fue internándose en el mar, descubriendo que no
alcanzaba una altura peligrosa y que podía seguir caminando. Alcanzó al chico,
hizo un alto de charleta y continuó.
Escaló, con cierta
facilidad a pesar de los resbalones, una
roca sobresaliente. Perdió el tiempo escudriñándola y, cuando se cansó, buscó
un sitio apropiado y se sentó, apoyando las manos sobre sus piernas.
El sol le calentaba la
espalda. El movimiento del agua, pequeño, lento y monótono aquel día, le
llegaba como vaivenes que no alcanzaban la altura del cuello. La trasparencia le
permitía distinguir cada accidente del fondo marino.
Dejándose arrastrar
por la sensación física que los elementos le producían, extendió la vista;
primero por las montañas más lejanas; después apreció la línea de la costa; vislumbró a su
familia; se deleitó con los juegos de colores de la naturaleza, y terminó el
recorrido en su cuerpo, deformado por la refracción y el líquido movimiento.
A la vez que los ojos se
perdían por lo visible, su pensamiento divagaba entre puntos sin conexión.
Revivió la corta, pero importante, conversación con su hijo un momento antes. Al
ritmo de sensaciones, pensó cómo era posible que una razón científica explicase
lo que en aquel instante le llegaba a
través de los sentidos.
Se preguntó si el Sol
y el mar eran los mismos de siempre o, como ella, sólo mantenían constantes algunas
características que les hacían reconocibles. Pasó por su mente la lejana posibilidad
de coincidir con una misma molécula de agua en el mismo mar, en lugares y
tiempos diferentes.
El divagar de sus ojos
alcanzó a distinguir su única sortija. La sacó, sin pensar, del dedo que,
inconscientemente, ocupaba desde hacía tanto tiempo.
Pensó que podría
caérsele, y en lo difícil que le resultaría recuperarla. Sintió curiosidad por
el motivo de habérsela quitado justo en un momento tan peligroso. A falta de
respuesta, llegó a la conclusión de que sólo a ella se le podía ocurrir hacer
algo así.
Las preguntas
siguieron fluyendo, en un intenso soliloquio sin control; sin darse tiempo para
respuestas que conocía Se cuestionó el simbolismo público, y el personal, de
aquel anillo; las consecuencias, en el caso de que llegara a escapársele de las
manos.
De pronto tuvo la
certeza de que ella podría tirar aquella sortija al agua y nadie conocería la
verdad. ¿Por qué no lo hacía?
Si se decidía, ¿podría
contárselo a alguien? ¿Quién creería que había dejado caer su alianza de oro,
en un fondo a la vez rocoso y arenoso, del mar?
Mientras sonreía imaginando
caras, elevó la mano en dirección al Sol, sujetando el anillo con dos dedos, en
un último esfuerzo por hacer distinguibles las letras de su interior, cuyo
significado tan bien conocía; justo en el momento en que una ola más grande
rompía sobre su cuerpo sumergiéndolo por completo.
Justo en el momento en
que se hizo la última pregunta:
¿De dónde ha salido
semejante ola?
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