9 de mayo de 20017.
11:15, salida de casa con la maletilla
y los bártulos.
11:45, llegada al aeropuerto
internacional Adolfo Suárez Madrid Barajas (nombre oficial, cuatro palabras; no
les rindo las ganancias a los extranjeros que tengan que buscarlo aunque, bien
pensado, por fortuna San Google es muy listo y entiende las abreviaturas).
12:30, facturación terminada y puerta encontrada;
esperando embarcar en el vuelo con hora prevista de despegue a las 14:15.
15:15, por fin nos vamos, eso sí, con
una hora acumulada de retraso.
18:45 (horario español, al estambulí
hay que añadirle sesenta minutos más). Aterrizaje en Estambul con un ahorro
considerable del tiempo de vuelo consecuencia del fuerte viento de cola. Un
poco de movimiento en ascenso y descenso; por lo demás, tranquilidad absoluta.
20:30, por fin hemos conseguido pasar
el control. He cambiado hora y media de mi tiempo por un sello en el pasaporte.
20:45, con la maleta en la mano, por
fin conseguimos encontrarnos con Jorge.
21:45, el autobús nos aparca en la
plaza de Taksim.
Total, tres horas y media por el aire
y nueve y media de viaje.
No está mal. Por fortuna estamos en el centro de
la ciudad (zona europea, que ya me voy aclarando), lo que implica que incluso
un martes y a esas horas haya mucho ambiente en (algunas) calles y plazas y, en
la cuestión práctica, que hemos encontrado sitios abiertos para cenar.
De vuelta al hotel, cuando
intentábamos conectar el wifi se ha ido la luz en todo el barrio y nosotras nos
hemos ido a dormir.