Estoy
participando en un corto taller literario. Lo llevamos a cabo a través de
Internet, así que está abierto a cualquiera que tenga ganas, independientemente
de su lugar de residencia.
En el primer
ejercicio debíamos contestar a tres cuestiones:
1.- Me gusta / no me gusta. Se trataba de
enumerar, teniendo en cuenta los cinco sentidos, todas aquellas cosas que nos
resultan agradables y desagradables. Debíamos plasmarlas tal y como nos fueran
surgiendo.
2.- Me acuerdo. Aquí teníamos que resumir,
en un máximo de 10 líneas cada uno, un mínimo de tres recuerdos personales de
cualquier momento de nuestras vidas. Debían ser, eso sí, los primeros recuerdos
que acudieran a nuestra mente. No hice trampas.
3.- Nunca he hecho. En este debíamos
enumerar cosas más o menos habituales, pero que nosotros nunca habíamos realizado.
Es un ejercicio
interesante que podéis hacer en público o en privado. Os lo recomiendo porque,
a través de él, he comprobado que hay muchísimas cosas que me gustan.
Podréis leer mi
lista (incompleta) si pincháis en el enlace “Más
información”.
Por supuesto, está
abierta y podéis seguir añadiendo elementos.
Si os apetece.
Me gusta:
El color rojo y
los colores del otoño, el paisaje inmaculadamente blanco de la nieve, el azul
del cielo después de la lluvia y los diferentes verdes de la primavera.
Serrat y
Sabina, la mayoría de sus mentiras y alguna más personal. El Ave verum de Mozart y la Novena sinfonía de Beethoven, la música
coral y la habaneras, los conciertos en directo, el timbre del violonchelo, Alfredo Kraus y
María Callas.
El chocolate y
el café, la cerveza y tomar el aperitivo en mi pueblo, los platos bien
presentados y pasar horas en la cocina las raras veces en las que me apetece
esmerarme. Me gusta la diversidad de colores de frutas variadas cuando están
juntas.
El olor de la
tierra después de la lluvia en verano y pasear por el campo, el cielo
estrellado y las noches de luna llena, el silencio de mi casa y descubrir
sentimientos bellamente expresados.
Los días
eternos de junio, ver llover desde la ventana y la espectacularidad de las
tormentas contempladas desde un lugar seguro, Susana Tamaro, las tragedias de
Shakespeare y los cuentos de Roald Dhal.
Leer, escuchar
música, el cine y el teatro, viajar, París y Florencia, Madrid y Barcelona. El
tenis, el ciclismo y la natación, como espectadora. Me gustan las vistas panorámicas y que
la gente mayor me cuente su juventud.
Me gustan los
tulipanes, las buganvillas, el olor del espliego, el sonido del agua cuando
corre y andar descalza. Los trenes y los barcos de vela, las matemáticas y la
lengua. Me gusta conversar al amor de la lumbre.
Los abrazos y
los besos sentidos, la piel y las manos de los bebés. Los ojos expresivos y los
apretones fuertes de manos. Mis amigas, y compartir con ellas cualquier
actividad. Me gusta cuando hablando con alguien de cosas importantes descubro
que no somos tan diferentes.
Internet,
escribir y el trabajo bien hecho. Me gusta cuando hago cosas en las que me
siento implicada, las largas sobremesas y las charlas de café. Me gusta cuando
la gente me sorprende.
Los
documentales científicos, los osos (especialmente los pandas) y los mapaches,
encontrar respuestas y hacerme preguntas. El idioma italiano, los mapas
antiguos, las palabras y los globos terráqueos. Me gustan los puzles, los legos y los playmobil, los sudokus y los crucigramas. Me gusta cuando alguien o
algo me hacen pensar.
Casablanca y Vencedores o vencidos, Humphrey Bogart, David Niven y Peter O’Toole.
Hitchcock, las películas en blanco y negro y las de misterio, las montañas, los
libros de fotografías y estar sola en mi casa.
Escuchar a la
gente, ayudar a mis hijos y verlos crecer; recordar mi infancia y reinterpretarla.
Los libros vetustos, el gregoriano, y reencontrarme con las mismas personas
todos los veranos; dormir, la siesta, los viernes por la tarde y leer El País los domingos. Los
impresionistas, las pinturas negras de Goya y El grito. Me gusta aprender, y soñar despierta sabiendo que estoy
soñando...
Me gusta que me
quieran.
No me gusta:
Madrugar y mi
trabajo, las labores de la casa, los programas de cotilleo y los documentales
de animales.
Los espacios
cerrados con mucha gente, las arañas, las cucarachas y los insectos, las
películas de dibujos animados y las que se recrean en la violencia. No me gusta
Tarantino.
El color marrón
y el azul del cielo contaminado, las preguntas retóricas y la gente que no se
sale del guión. Los pesados, ni aquellos que nunca cometen errores.
El olor de la
matanza ni el viento, el queso ni la
música rap, que me toqueteen en el brazo cuando están hablando conmigo ni que
me agarren de él cuando paseo.
Los muros de
silencio y la verborrea de la gente que no tiene nada que decir, la endogamia y
la acumulación de poder. El mal rollito de sentirme alguien por comparación o,
peor todavía, no sentirme.
El dolor
inútil, los accidentes estúpidos, la timidez y la inseguridad en mí misma. No
me gusta cuestionarme absolutamente todo, ni actuar como si mi vida consistiese
en un examen permanente.
El fútbol ni el
baloncesto, las guerras ni los ejércitos, los juegos de cartas, las verdades
absolutas y la resaca del sexo sin amor. Sufrir para morir.
No me gusta
dejar de querer.
Me acuerdo:
De los domingos de mi infancia
Los domingos de
mi infancia por la mañana. Vivía en un pueblo muy pequeño y los domingos
debíamos ir a misa obligatoriamente porque, en caso contrario, la maestra se
enteraba el lunes siguiente de nuestra falta y nos castigaba.
El cura pensaba
que yo leía muy bien, por lo que la mayoría de las veces me tocaba leer una de
las dos epístolas.
Después, cuando
la misa había terminado, nos quedábamos en la plaza del pueblo, que estaba
justo al lado, jugando juntos chicos y chicas, normalmente a la goma, hasta la
hora de comer.
De un beso
En los labios.
Del día en que nacieron mis hijos
El tres de enero de 1994 yo estuve sola en casa toda la tarde. El niño debía de
haber nacido unos quince días antes. Recuerdo que llamó un amigo de Luci y
estuve hablando con él. Cuando colgamos, sentí la primera contracción.
En aquel
momento, todo lo que había aprendido en el curso de preparación del parto fue
sustituido por un tremendo dolor continuado que terminó, a las dos y cinco de
la madrugada del día cuatro, con un bebé entre mis manos.
Con el segundo
todo fue diferente. Yo estaba en el trabajo cuando el niño decidió que quería
asomar las orejas al mundo. Y me lo tomé con tal tranquilidad que nació
justamente diez minutos después de mi llegada al hospital.
Del día en que murió mi padre
La noche del
sábado anterior y la mañana del domingo las había pasado acompañándolo en el
hospital.
Cuando salí era
plenamente consciente de que nos quedaba poco tiempo. Había pasado la noche
intranquilo, como si intentara continuamente quitarse de encima algo que le
molestara; había dejado de comer y yo no sabía si me reconocía.
Cuando se lo
comenté a la enfermera le pareció normal.
El lunes
siguiente, mientras me dirigía al trabajo en el coche, mi móvil sonó varias
veces. No lo cogí porque iba conduciendo. Sin contestar conocía cuál era la
noticia que me esperaba.
Del día en que retomé la escritura
Tengo
escondidas algunas cosas que escribí mientras era muy jovencita; a mano o, como
mucho, con la vieja Olivetti. Nunca después lo había retomado.
Hasta enero
de hace dos años. Empecé 2011 tremendamente enfadada por la situación del mundo y
sus noticias y, como un medio donde plasmar frustraciones frente a las que nada
podía hacer, comencé una especie de diario. Esta vez con el ordenador.
A medida que
fui perdiendo miedos, mi mirada se fue haciendo más introvertida. Después, el
proceso de aprendizaje para crear un cuaderno de bitácora en Internet me llevó
a crear el mío propio.
Y la navegación
por las nuevas tecnologías me ha conducido hasta este taller.
Nunca he hecho
Nunca he hecho
una prueba de alcoholemia.
Nunca he
probado el vodka.
Nunca he
bailado una sevillana ni un tango.
Nunca he cenado
con velas.
Nunca he jugado
al mus.
Nunca he
cruzado el Atlántico.
Nunca he
copiado en un examen ni he usado chuletas.
Nunca he
devuelto ni descambiado un regalo.
Me gusta haberte encontrado.
ResponderEliminarMe gusta compartir nuestras emociones.
Me gusta sentirte amiga.
Me gusta leerte.
ResponderEliminarMe gusta descubrir tu alma escondida.
No se si me gusta todo lo que mueves en mi interior cuando te leo.
Me gusta ser madre.
Me gustan más cosas que las que me disgustan.
¿Cuál es el taller?¿ me pasas el link por favor?
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