Desconozco tu aspecto
y no conozco tu cara; no he visto tus gestos ni he escuchado tu voz.
Pero sé cómo llamarte, y eso ya te hace diferente.
Paz.
Ese es el significado
de la palabra en griego. Ese es el origen de tu nombre.
En esta hora de la
noche, propicia para los miedos y los sueños, un rato y quince centímetros te separan de
la vida.
Te han obligado a
nacer antes de tiempo. Por tu bien, dicen.
Vete acostumbrando,
porque esa es una nimiedad comparada con todas las cosas que, por ese mismo
bien, te iremos imponiendo entre todos para intentar que le ganes el pulso a la
existencia.
A la una y treinta y
tres minutos exactos de la madrugada del día doce de diciembre del año dos mil
doce, estás empezando a cruzar el túnel más importante de todos los que vendrán.
Anhelo que no dure
mucho la travesía; sobre todo, por mi hermana, pero también por ti.
Porque al final te espera una enorme aventura, con cambios continuos de guión, en la que llorarás,
reirás, jugarás, ganarás, perderás, aprenderás y olvidarás; en la que a veces
desearás olvidar lo aprendido mientras vuelves a aprender lo olvidado.
Tienes todos los
verbos por conjugar y el universo por descubrir.
Mucho más de lo
que poseemos los que, en estas horas insomnes, mientras intentamos engañar al tiempo esperamos saber de
unos ojos que se abren al mundo.
Bienvenida, IRENE
Querida Tía Pili:
ResponderEliminarTe escribo la presente para darte las gracias por las palabras tan bonitas que me has dedicado.
Durante toda mi vida tendré que decidir muchas cosas, mis amigos, que estudiar, mi pareja, ... Pero hay algo en lo que no he tenido ningún tipo de decisión, la FAMILIA que me ha tocado en suerte (padres, abuelos, tíos, primos,...) y entre los cuales tu ocupas un sitio privilegiado. Todos desde antes de nacer me habeís dado infinito amor, por lo que no puedo pedir más.
Antes de despedirme quiero decirte unas últimas palabras: Gracias, gracias y muchas gracias, tía Pe por la bienvenida que me has dado en tu blog.
Recibe un fuerte beso de tu sobrina pequeña: Irene
Pdta.- No olvidaré la primera vez que me cogiste en tus brazos. No sabias si atreverte, pero luego no me querías dejar... ni yo que me soltaras.