El
mundo arde de manera literal y metafórica. El combustible se extiende de hierba
en hierba, de árbol a árbol, de cabeza en cabeza. Las yescas se multiplican,
los poderes se manifiestan, las sinrazones se imponen. Nada nuevo, dirán los
enterados.
Yo
he soñado con mi padre.
En
mi realidad durmiente él aparecía desde un lugar tan lejano que me sobresaltaba
la sorpresa de verlo vivo; porque yo lo creía muerto, tanto tiempo hacía que
había desaparecido de mi vida. Estaba viejo, tan viejo como nunca fue, pequeño,
débil y amoratado. Arrastraba los pies.
Me
dijo sólo una corta frase que se acomodaba cabalmente a su manera de hablar en
la forma y la expresión, pero disentía en su fondo. A pesar de recordar los
matices no puedo acordarme de las palabras.
Me
desperté con pálpitos pensando que los sueños son el único espacio en el que vuelven
los que partieron para seguir contándonos nuestros miedos.
Durante
el día siguiente me perseguía insistente una habanera.
P.D.:
Felices dos patitos Guillermo.