Los árboles, el camino, el charco y algunos valientes. (Llovía) |
Titulares nada
ecuánimes del 23 de octubre: seguiremos comiendo PP con patatas, España es un
país viejo y lleno de viejos, perdón, de personas mayores, el Estudiantes ha perdido
con el Real Madrid, Jorge no sé si lo sabe, y la ecuanimidad de los periodistas
deportivos ¿sólo? hay que buscarla con microscopio electrónico, de los
programas más vistos en televisión durante las semana ninguno tuvo el
privilegio de tenerme por espectadora, mi ordenador va a pedales desde ayer, y por
mi coco pululan ideas sin pensamientos, motivo principal de las ausencias
últimas por estos senderos.
Eso, un
cierto caos organizativo y una vagancia segura para decidirme a escribir o a
pensar.
Hablaba de
titulares y me olvidaba de incluir en ellos que la lluvia, tan deseada por
ausente, no ha llovido esta vez a nuestro gusto.
Con la
intención puesta en un agradable paseo otoñal de temperaturas agradables y
buenas compañías, habíamos quedado a las ocho y media de la mañana, pero a esa
hora llovía. Porque llovía y porque teníamos cita previa confirmada en el
restaurante, pospusimos la salida para las once; llegadas las once en las
mismas circunstancias lo dejamos para las doce.
Finalmente
partimos y tras una hora de trabajo
ininterrumpido de los limpiaparabrisas llegamos a un bar, donde tomamos el
aperitivo y desde donde nos fuimos a comer.
Durante la comida escampó.
Después nos
decidimos por fin a darle al tacón, pensando que acaso el agua respetaría nuestro
caminar a pesar de los nubarrones negros y bajos que ocupaban todo el espacio a
su disposición, pero no se dio la circunstancia. Tras poco más de cincuenta
metros, llegados al río, desistimos.
Desistimos de
continuar, con el propósito de volver en circunstancias más favorables. El
lugar lo merece.
Nosotros
también.