Gráfico
publicado por el diario El País, el
día 21 de diciembre de 2015.
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Dejando al margen las
elucubraciones, particulares o generalizadoras que sean, y siempre interesadas,
obviando el hecho concreto de quién ocupa qué lugar, lo que este gráfico
demuestra es que en las elecciones generales celebradas el domingo pasado (como
en todas), la igualdad fue una quimera.
Imaginemos que esto fuese una
inversión. Una inversión en la que en el perceptivo folleto informativo de la
Comisión de Valores de la Bolsa Electoral nos habrían informado oportunamente
de que serían bienvenidos los dineros de todos los ciudadanos (mayores de 18
años), porque sin tener en cuenta a su dueño ni su finalidad, un euro siempre
vale un euro.
No voy a hacer todos los
cálculos, porque la expresión gráfica de los datos ya es bastante contundente.
Sólo utilizaré para las divisiones cinco ejemplos agrupados en cuatro
categorías:
1.
La categoría de los ciudadanos que mejor invirtieron (PNV).
2.
La de los segundos mejores inversores (EH Bildu).
3.
La de los que siempre invierten bien (PSOE y PP).
4.
La de los inversores que se arruinaron (UP/IU).
Unas simples divisiones entre los
caudales dispuestos por parcela de poder en los distintos partidos proporcionan
los siguientes resultados:
UP/IU
/ PNV = 9,18
UP/IU
/ EH Bildu =4,22
UP/IU
/ PSOE = 7,51
UP/IU
/ PP = 7,86
EH
Bildu / PSOE = 1,77
EH
Bildu / PP = 1,86
EH
Bildu / PNV =2,17
PSOE / PP =
1,049.
Resumiendo, el
valor igualitario de cada voto se traduce en las siguientes diferencias de
poder (y de control):
Cada voto de UP/IU
vale menos de la décima parte que uno del PNV y menos de una séptima parte que los
invertidos en el PP o el PSOE. Se acerca a la mitad del valor del capital
destinado al segundo partido más votado (EH Bildu).
En el caso de este
último, el valor perdido por sus votantes variaría entre 1/1,2 respecto al
siguiente en la lista (Ciudadanos, no contemplado aquí) y 1/2,17 comparado con el PNV.
El otro dato
significativo es la relación entre PSOE Y PP, en este caso
favorable al segundo; con una insignificante diferencia (0,049) entre ellos y
respecto de la unidad. El sentido de esta variación puede intercambiarse entre comicios,
pero la relación matemática tiende a mantenerse estable.
Así que sí, un
ciudadano, un voto. Pero, un voto, una diferencia de hasta MÁS DEL 90 POR
CIENTO EN EL PORCENTAJE DE PROPIEDAD DEL PASTEL.
¿Dónde está la
OCU, por favor? Después de todo, la mayoría de españolitos somos consumidores habituales de elecciones cada
cierto tiempo.